El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ensaya un acercamiento a su par estadounidense Donald Trump y prepara un endurecimiento de los controles migratorios, un tema que obsesiona al republicano.

La titular de la secretaría de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, anunció que los migrantes que lleguen a México deberán registrarse. "El fenómeno de la migración no es causado por México, pero estamos decididos a ser parte de su atención. Estamos haciendo todo lo que está en nuestras manos para brindarles la atención necesaria", aseguró la funcionaria. "Lo que pedimos es que ellos contribuyan con dos elementales conductas: primero respetar nuestras leyes y a nuestras autoridades, y segundo aceptar su registro para recibir su condición migratoria en el país", añadió.

El canciller Marcelo Ebrard aclaró que independientemente de las políticas de Estados Unidos, "en ningún momento vamos a cambiar nuestra política". "En materia de migración, nosotros seguiremos sosteniendo los fundamentos y la decisión que México ha tomado", agregó el funcionario, que en mayo visitará EEUU.

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López Obrador también debió justificar la detención de 371 centroamericanos en Chiapas. Por cuestiones de seguridad "no queremos que los migrantes tenga libre paso", dijo el presidente y recordó que en el norte del país "hemos tenido problemas de asesinatos de migrantes y no queremos eso". "Preferimos atender a esa población en el sur sureste", completó. Además, AMLO negó que haya contradicción en la política migratoria, porque "hemos tratado con mucho respeto a los migrantes" y dijo estar convencido de que la migración "no se resuelve con deportaciones". 

Sin embargo, más allá de las declaraciones el giro es evidente y se acentuó luego que Trump amenazara a México con dejar sin efecto la renegociación del NAFTA, imponer aranceles a la industria automotriz mexicana y hasta impulsar una sanción de 500 mil millones de dólares contra la nación azteca, si el Gobierno no frenaba el flujo de migrantes centroamericanos que atraviezan su país para ingresar en Estados Unidos.

Al mismo tiempo, LPO México reveló que López Obrador se reunió con Wilbur Ross, el enviado de Trump a una cumbre de negocios en el país azteca. Allí AMLO le pidió que explicara al mandatario estadounidense que su decisión es no salir de México para atender los problemas internos, "pero podría hacer una excepción" para ir a Washington

El mexicano dijo que si existiera un acuerdo que motivara esa gira de excepción, acaso un convenio de inversión para el desarrollo -un tema que reitera siempre que le preguntan por los problemas migratorios con Trump-, entonces viajaría con gusto "en los próximos meses". En el Gabinete se consideró este ofrecimiento como una de las jugadas más audaces de López Obrador, justo en la previa del arranque de la campaña de reelección de Trump. "Una foto de un líder latino, quizás el que mayor valoración tiene entre su electorado, le daría un empuje considerable", resumió un hombre del gobierno mexicano.

En efecto, aunque Trump logró envenenar el tema migratorio entre sus adversarios políticos, que ya incluso evitan mencionar la defensa de los dreamers, el peso del electorado latino sigue creciendo en los Estados Unidos. Una foto con AMLO acaso sea la validación perfecta para la postura de Trump.

En esa reunión, además, Ross le aconsejó a López Obrador desechar la idea de construir sus trenes con fabricantes chinos. "Son más baratos, es cierto, pero también sabrá que en unos años serán chatarra que tendrá que reparar permanentemente", dijo sin vueltas. Y luego, claro, le pidió que considere a las grandes corporaciones del sector ferroviario que tiene para ofrecer Estados Unidos. López Obrador le pidió que le organizara una ronda de presentación con todas esas empresas dispuestas a participar en el Tren Maya y en el Transístmico para cuando Ebrard concrete su viaje.